Tip:
Highlight text to annotate it
X
Daiei Motion Picture Company presenta
EL INTENDENTE SANSHO
Producida por Masaichi Nagata
Basad en una historia de Ogai Mori
Guión Fuji Yahiro Yoshikata Yoda
Director de fotografía: Kazuo Miyagawa
Director artístico: Kisaku lto
Musica: Fumio Hayasaka
Reparto
Tamaki: Kinuyo Tanaka
Zushio: Yoshiaki Hanayagi
Anju: Kyoko Kagawa
Sansho the Bailiff: Eitaro Shindo
Taro: Akitake Kono
Zushio de niño: Masahiko Kato
Anju de niña: Keiko Enami
Dirigida por: Kenji Mizoguchi
- Zushio, ten cuidado, es peligroso. - Vale.
- Madre. - Dime.
¿Por qué mi padre se fue a ese lugar Ilamado Zukushi?
- Mi padre es importante, ¿no? - En efecto.
- Es un hombre noble e importante. - ¡Lo sabía!
¡Adoro a mi padre! ¡Adoro a mi padre!
- ¡Queremos ver al señor! - ¡Tenemos hambre! ¡No hay derecho!
Srto. Zushio. Srto. Zushio.
- ¡Locos! ¿Adónde creéis que vais? - Alto, no podéis pasar.
- Volved a vuestras casas. - Venga, atrás.
- Atrás, retiraos. - Fuera de aquí.
Vamos, con violencia, no conseguiréis nada.
- No queremos violencia. - Sólo queremos ver al señor.
- ¡Por favor, no perdáis el control! - A ti querría verte en nuestra piel.
¡Tranquilos! ¡Basta, por favor!
- ¡Por favor, ayúdenos! - ¿Cree que podemos hacer algo?
No queremos que se vaya Zukushi.
El cargo de Zukushi no existe. Sólo quieren deshacerse de él.
- ¿Cómo puedes decir eso? - Es verdad.
¡Se llevarán a nuestro señor! ¡Tenemos que hacer algo!
- ¡Vayamos todos ante el Shogun! - ¡Esperad! ¡Esperad!
¡Esperad! Entiendo que os preocupéis por el señor,
pero, si seguís adelante, esto será un acto de rebeldía
y el señor pagará las consecuencias. Os lo suplico, tranquilizaos.
El señor conoce vuestra situación, sabe que las cosechas han sido malas,
que el ejército se lleva a vuestros hijos, y que estáis desesperados.
Por eso mismo, se ha opuesto a la voluntad del Shogun,
porque sabe que os explota y que no podéis darle el arroz que os reclama.
Creedme, no es que el señor no quiera recibiros.
Él hará todo lo que pueda
para evitar que el Shogun sea injusto y que abuse de vosotros.
Pensadlo bien, os lo suplico.
Si hay desórdenes, el señor será el único responsable.
- ¿Queréis convertirle en un criminal? - ¡Por favor, volved a casa!
Venga, volved a casa.
¡Maldita sea! ¿Qué se han creído esos vulgares campesinos?
- Matadles, si es preciso. - Sí.
¿Cómo? No quiero violencia. Lo prohíbo.
¿Cómo te atreves? Te hemos desposeído de tu cargo.
Tu opinión no vale para nada.
Srto. Zushio.
Coma.
Lamento haberte puesto en un apuro, tío.
¿No piensas en la familia? ¿No te dan pena tu mujer y tus hijos?
Por supuesto, pero los campesinos también son personas.
¡No digas bobadas! ¿Cómo puedes comparar a esa chusma con nosotros?
Estúpido.
Tamaki, ve con los niños a tu casa natal de Iwashiro.
Sí.
Di a tus padres
que, por desgracia, tu marido era de lo más tozudo.
Zushio...
Tú serás tan tozudo como yo.
No sé si comprenderás lo que te diré, pero escúchame.
Si una persona no siente la caridad, no es una persona.
Incluso ante tu enemigo, hay que sentir caridad.
Recuerda: Todos los seres humanos son iguales
y no se les puede privar de la libertad.
Bien.
Aquí tienes la imagen de Buda.
Considérala el corazón de tu padre.
No te doy otro recuerdo. Llévala siempre contigo.
- ¿Lo harás? - Sí.
Vamos, repite lo que acabo de decirte.
Si una persona no siente la caridad, no es una persona.
Incluso ante tu enemigo, hay que sentir caridad.
Todos los seres humanos son iguales
y no se les puede privar de la libertad.
Zushio, ¿te acuerdas del rostro de tu padre?
Sí.
¿Y también recuerdas todas sus enseñanzas?
Sí.
Anda, Zushio, ve a despedirte de tu padre.
Anju, crece siendo buena.
- Cuida bien de tu hermana. - Sí.
No me despido para siempre.
Quiero que conservéis la esperanza.
Sí.
Nunca imaginé que un día tendría que dejar estas tierras.
- ¡Viva el Sr. Masashi! - ¡No queremos que se vaya!
- ¡Viva el Sr. Masashi! - Fuera, dejad pasar.
¡Gracias, señor!
Largo, patanes. ¡Quítate de aquí!
Quita, fuera. Largo, dejad pasar al señor.
- ¡Paso! ¡Paso! - Atrás, vamos.
Muévete, fuera.
¡Fuera! ¡Abrid paso!
Vamos, atrás.
- Venga, démonos prisa. - Sí.
Tenemos que encontrar un sitio para dormir.
Zushio, Anju,
estamos recorriendo el camino que un día hizo vuestro padre.
Nuestro padre...
Señora.
Señora.
Dicen que por aquí no hay ninguna casa que ofrezca hospedaje.
Y eso, ¿por qué?
Últimamente, ladrones y raptores se hacían pasar por viajeros.
Muchos niños y mujeres desaparecían o eran asesinados,
de modo que la ley ha prohibido dar hospedaje a los viajeros.
Ladrones y raptores...
- Así que este sitio es peligroso. - ¿Qué hacemos ahora?
No hay más remedio que buscar algún sitio para descansar y dormir.
¿Y dormir a la intemperie?
Venga, antes de que oscurezca, tenemos que preparar un refugio.
Sí.
Zushio, Anju, tendréis que echarnos una mano.
- Sí. - Sí.
Toma.
Toma.
Madre, ¿quieres que traiga más?
Sí, hijo, será mejor. Necesitaremos unas cuantas más.
- Bien. - Toma.
- Anju, ¿vienes? - Sí.
¡Hermano! ¿Qué te parece esta rama?
No podrás partirla. Aparta.
- ¡Anju! - Nos llama nuestra madre.
- ¡Zushio! - No, es el viento. Sigamos.
¡Anju!
¡Anju!
¡Rápido, hijos, volved ya!
¡Zushio!
¡Anju!
¡Zushio!
¡Zushio!
- Seguro que están muy hambrientos. - Hay suficiente para todos.
- ¿Qué ha sido eso? - Aullidos de lobos.
No te preocupes.
Teniendo una hoguera encendida, no se acercarán.
Tranquilos, no nos pasará nada. Tranquilos.
Siento no poder ofreceros nada caliente, con este frío...
Iré a alguna casa cercana y les pediré sopa de arroz.
Con suerte, quizá nos presten unas mantas.
No tardaré en volver.
Muchas gracias.
¿Quién anda ahí?
Dios mío, pero, ¿qué hacen aquí?
Hola.
Verá, somos viajeros, pero, al no encontrar alojamiento...
Qué mala suerte, pobres...
Con el frío que hace, tener que dormir a la intemperie. Qué horror.
¿Por qué no vienen a mi humilde casa? Les prepararé una sopa caliente.
Muchísimas gracias por su amabilidad, señora,
pero no quiero causarle problemas.
Tranquila, les llevaré sin llamar la atención.
Y, aunque se supiera, harían la vista gorda por tratarse de una sola noche.
Vengan. Vengan conmigo.
Muchísimas gracias, pero es que nos acompaña otra persona.
- ¿Otra persona? - Sí.
Y, dígame, ¿esa persona qué es? ¿Hombre o mujer?
Se trata de una mujer. Es nuestra sirvienta.
En ese caso, no hay problema.
Una sacerdotisa no puede alojar a hombres en su casa.
Siento haber tardado.
Nos han prestado estas esterillas,
pero no he encontrado comida caliente.
No te preocupes.
Esta sacerdotisa nos ofrece su casa para pasar la noche.
Vaya.
Venga, en marcha. Vamos a mi casa.
Muchas gracias. Es Ud. Una mujer muy amable.
- Muchas gracias. Gracias. - Venga, vamos.
Sí.
- La verdad, no sé cómo agradecérselo. - No tiene importancia.
No voy a estar siempre sirviendo únicamente al dios.
Hoy en día, la gente es poco hospitalaria.
Suerte que la hemos encontrado.
Si lo he entendido bien,
han pasado los últimos 6 años en su casa natal de Iwashiro.
- Sí, así es. - Ya.
Me alegro de tenerles aquí, casi nunca recibo visitas.
Se han quedado dormidos. Es normal: El cansancio, la comida...
¿Y piensa hacer el resto del viaje a pie?
- Sí. - No se lo recomiendo. Vayan en barca.
Los caminos de la montaña son muy escarpados.
Además, por lo que dice la gente, están infestados de ladrones.
- ¿Y no hay peligro si vamos en barca? - No, ninguno.
Conozco a barqueros de confianza, puedo pedirles que les lleven.
Muchas gracias.
Mientras dormían, he hecho los preparativos
para que esta mañana lo tuviera todo a punto.
- No sé cómo agradecérselo. - Tranquila.
Vamos.
Hola, buenos días. Aquí les tenéis.
- Llevadles donde os digan. - Sí.
- Son muy amables. - Vamos, ya está todo preparado.
Bien. A la barca.
- Todo está listo para partir. - Nunca olvidaré su generosidad.
Zushio, Anju, despedíos.
- Adiós y gracias. - Hasta la vista.
Sí, eso es, hasta a vista.
Deseo que tengan buen viaje y que pronto lleguen a su destino.
- Gracias otra vez. - Primero, la señora.
Venga.
Vamos.
- Srta. Anju, Srto. Zushio... - Los niños van en la otra barca, va.
- ¡Mis niños! - A los niños los llevo yo.
- Es mejor repartir el peso. - Vuelvan, por favor.
Quiero ir con mis hijos. Vuelvan, por favor.
- Vuelvan a la orilla. - ¡Basta!
- ¡Madre! - ¡Madre!
Oiga, buena mujer, nos dijo que los barqueros eran de fiar.
Sí, desde luego. Y os llevarán a vuestro destino.
- ¡Madre! - ¡Madre!
- ¡Madre! - ¡Quieta!
- ¡Por favor, vuelvan a la orilla! - ¡Por favor!
Si quieren dinero, les daré lo que tengo.
Pero, se lo suplico, vuelvan a la orilla.
¡Por favor, regresen a tierra! ¡Por favor!
¡Madre!
¡Madre!
¡Dé la vuelta! ¡Regrese!
- ¡Déjame! - ¡Por favor! ¡Tienen que volver!
¡Tienen que volver, por favor! ¡Vuelvan a la orilla!
¡Tienen que volver! ¡Mis hijos!
- ¡Zushio! - ¡Señora! ¡Ubatake!
- ¡Ubatake! - ¡No!
Mira, son esos.
Pero bueno, ¿qué hago yo con estos críos?
Son listos, te serán muy útiles. Anda, ¿por qué no los compras?
- ¿Cuánto valen? - 4,5 uno, pero te dejo los dos por 8.
Se les ve débiles.
Menudo negocio si enferman. No, no.
Pero, oye... ¡Oye!
¿Hasta cuándo pensáis estar llorando?
A vuestra madre la han vendido en la isla de Sado.
No volveréis a verla nunca más. Ya basta.
Venga, si seguís llorando, no os daré de comer.
- No los quiero. - Piénsatelo.
- Te he dicho que no. - Venga, cómpramelos. Por favor.
Pruébalo en Tango. Ve a casa de Sansho Dayu y ofréceselos.
- ¿Sansho Dayu? - Es el más rico de la zona.
- Él te los comprará. - Gracias.
A él, quizá te sea fácil colocárselos.
Moveos.
No puedo más, estoy cansado.
- ¡Más deprisa! - ¡Holgazanes! ¿Qué hacéis aquí?
¡Vamos! ¡Vamos!
Traigo a los niños que he comprado.
Venga, saludad.
¿Has pagado por estos niños raquíticos? ¡Imbécil!
¿Qué quieres que hagan con ellos?
Oiga, noble señor, no sirven para la obra.
- Quizá un trabajo de limpieza. - No.
Ya que he pagado por ellos, que trabajen de verdad. Instrúyelos.
Sí.
- ¿Cuáles son sus nombres? - Se lo he preguntado y no responden.
- ¿Por qué calláis? - Son sólo unos cabezotas.
- Tú, llévatelos. - Sí.
Vamos, venga. Vamos, salid.
¡Menos delicadeza!
Venga, vamos.
Vamos.
¡Kimpei! ¡Kimpei!
- ¡Kimpei! - ¿Qué?
- Uno nuevo. - ¡Anju!
- Quieto. Camina. - Tú vienes conmigo.
Camina.
Coge esto. Vamos, cógelo.
- ¡Anju! - ¿Adónde crees que vas?
¡A trabajar! Vamos.
Kayano, una novata. Dale trabajo.
- Si tiene edad de jugar con muñecas. - ¿Qué?
- Es muy pequeña. - No digáis más bobadas. A trabajar.
Qué locura. Namiji.
- Intenta llevarlo. - Sí.
- ¿Puedes caminar? - Sí.
Bestia, diablo.
¿Quién ha sido tan canalla como para venderte?
Pobre niña.
Vamos, venga.
Seguid.
Vamos.
Vamos.
Levanta. Vamos, levántate.
Seguid caminando. No perdáis el ritmo.
¡Hermano!
- ¡No, por favor! - ¡Corred! ¡Que no escape!
- ¡Ven aquí! - ¡Perdonadme, por favor!
¡No corras!
- ¡Quieta! - ¿Adónde ibas?
- Lleváosla. - No, por favor.
- Camina. - En marcha.
- ¡No, por favor! - ¡No te resistas! ¡Camina!
¡No me he dado cuenta! ¡No volverá a pasar!
¡No pretendía huir!
Cuando he visto hoy a estos niños,
el recuerdo de mis hijos, del pueblo, me ha impulsado a caminar.
- Por favor, piedad. - Te querías escapar.
¡Perdonadme! ¡No pretendía huir!
- Kimpei, ¿qué haces con esa mujer? - ¿Qué va a hacer? Cumplir las reglas.
¡No!
- Es Namiji. - ¿Qué le pasará? ¿La matarán?
No creo que la maten. Tendrían una obrera menos.
- ¿La encerrarán? - ¿Aún no sabéis qué le pasará?
Fijaos en mi frente. Éste es el castigo.
¡Al suelo! ¡Cállate!
¡No volveré a intentarlo nunca! ¡Tened piedad de mí!
- ¡Perdóneme, por favor! - No, padre, está pidiendo perdón.
- No la marques al rojo vivo. - Sólo aprenden a través del dolor.
- Taro, hazlo tú. - ¡Perdón! ¡Por favor, no!
- ¡Serás cobarde! - ¡No, por favor!
Vamos, no debéis ver esto.
¡Largo!
¡Cenad deprisa y al trabajo!
- ¡Venga! - ¡Vamos!
Entrad.
Decidme, ¿por qué os han vendido?
Acercaos.
Venga, venid.
Quiero saber vuestra historia.
¿Tenéis padres?
- Son muy crueles. - Mi padre es noble de espíritu.
Vaya, sabes hablar muy bien. No sois hijos de campesinos.
Pero, ¿por qué os han vendido? Contádmelo todo.
Anda, comed.
Están muy buenos.
- Ponlo allí. - Sí.
Menudo follón. Todo sea por nuestros invitados, son muy importantes.
¡Kichiji! ¡Kichiji!
¿Dónde está Taro? Ve a buscarle.
Están a punto de llegar. Di a las chicas que se preparen y que vengan.
- Kayano. - ¿Sí?
- Que las chicas acaben de arreglarse. - Daos prisa.
Bien. Eso es.
Trae eso aquí.
Aunque sólo seáis unos niños,
mi padre ha pagado por vosotros
y os hará trabajar como si fuerais animales.
Qué asco de mundo.
Vuelve a decirme las palabras que te dijo tu padre.
"Quien no siente caridad no es una persona.
Incluso ante tu enemigo, hay que sentir caridad. "
Ojalá pudierais ver a vuestros padres,
pero Sado está lejos y Zukushi, aún más.
Sois niños y no llegaríais.
Esperad a ser algo mayores. Debéis aguantar pase lo que pase.
Ahora comprendo que no dijerais vuestros nombres.
No quiero que me los digáis,
pero si no tenéis nombres, tendréis problemas.
Te llamarás, en honor a la tierra en que naciste, Mutsuwaka.
Y tu hermana, para que salga adelante, se llamará Shinobu.
- ¿De acuerdo? - Sí.
¡Sr. Taro!
- ¿Qué? - Llegará el ministro Kuranosuke.
- Dice vuestro padre que volváis. - Dile que no me has encontrado.
Es un invitado muy importante que viene de la capital.
Venga, vamos.
Al ser una visita tan imprevista, temíamos haber hecho algo malo.
- Menudo susto. - Al contrario, debo felicitarte.
No sólo eres puntual en tu contribución,
sino que, año tras año, aumenta en cantidad y en variedad.
De este modo, conseguimos que nuestras arcas estén bien llenas.
Es un honor serviros.
El Emperador se fija mucho en ti, a pesar de ser un siervo modesto.
En el seno del gobierno, se considera que tu control de personal y bienes
es auténticamente impecable.
Me aduláis, señor. No hago nada que no deba hacer.
Me limito a trabajar con disciplina para administrar lo mejor posible
las tierras del Emperador.
Muy pocos alcanzan tan buenos resultados.
El Emperador ha pensado invitarte a la capital
para agradecerte personalmente tus fabulosos servicios.
- ¿Sí? ¿En serio? - Sí.
Qué gran honor.
No sé cómo daros las gracias.
Kichiji, venga, traedme eso. Vamos.
Un pequeño recuerdo de vuestra honorable visita.
Bien, gracias.
Os presento a mi hijo Taro. Saluda al invitado.
Tienes suerte de tener un padre tan bueno.
Debes ayudarle.
¡Chicas, adelante! ¡A bailar!
¿Dormís?
Tenéis que sobrevivir.
Abre la puerta.
- ¿Adónde va tan tarde? - ¿Qué te importa?
Hermano, hermano.
- ¿Qué pasa? - La alarma.
¡Venga, vamos!
- Hay que encontrarle. - No puede andar lejos.
- ¡Está aquí! ¡Se escapa el viejo! - ¡Por aquí, vamos!
¡Ahí va el fugitivo!
¡Vamos, se escapa! ¡Ahí va!
- ¡Seguidme! - ¡Ya lo tenemos!
¡Alto!
- ¡Quieto! ¡Te arrepentirás! - ¡Ahí está! ¡A por él!
- ¡Cogedle! - ¡Vamos, abajo! ¡Ven aquí!
Estás loco.
¡Soltadme!
- ¡Quiero salir de aquí! - Nunca saldrás de aquí.
¡Por favor, soltadme! ¡Quiero irme!
¡Quiero morir en mi pueblo!
¡Soltadme, por favor!
¡No quiero seguir aquí!
¡Llevo aquí 50 años!
¡No me marquen, por favor! ¡Dejen que me vaya!
- Mutsuwaka, hazlo tú. - Sí.
- ¿Y quién le ha puesto el sello? - El hermano de Shinobu, Mutsuwaka.
No recuerda las enseñanzas de su padre.
- Recibirá su castigo. - Sí, es mala persona.
Debe de tener sangre de delincuente.
Venga, vamos.
No hagas caso de los rumores. Hablan por hablar.
- Es la nueva. Enséñale el trabajo. - Encantada.
Ocúpate de ella.
Se hace así, ¿ves?
Pruébalo.
- ¿Cómo te llamas? - Kohari.
- ¿Qué edad tienes? - 17 años.
- ¿Tu familia es campesina? - Sí.
- ¿De dónde vienes? - De la isla de Sado.
¿De Sado?
Cuando estabas en Sado, ¿oíste alguna vez el nombre de Tamaki?
- No. - Fue vendida como esclava.
Entonces tendría unos 35 años. Ahora tendrá 45.
No la conozco. Vive mucha gente en la isla.
Namiji, ¿te encuentras mal?
Es como tuviera una enorme piedra en la barriga.
- Si sigues trabajando, empeorarás. - Habrá trabajo, aunque yo muera.
Nosotros no somos seres humanos.
¿Por qué nadie hace nada sabiendo que nuestra vida es un infierno?
Por favor, no seas ingenua.
Debo seguir trabajando. Y tú, también.
- Oye, esa canción... - ¿Qué?
¿Cómo se llama?
"Zushio, quiero verte. Anju, quiero verte. Estoy triste. "
- ¿De quién la has aprendido? - Es una canción típica de Sado.
¿Quién fue la primera en cantar algo tan triste?
- Dicen que una prostituta. - ¿En serio?
Sí, llamada Nakagimi.
Y, dime, ¿esa mujer sigue con vida?
La verdad es que no lo sé.
"Zushio, quiero verte. Estoy triste. "
"Anju quiero verte. Estoy triste. "
- ¿Dice eso? - Sí.
- ¿Puedes cantarla otra vez? - Sí.
Es mi madre.
Esperen.
Esperen.
Por favor, llévenme con Uds.
Llévenme.
Tengo que salir de aquí.
- Vámonos. - ¡Alto!
¡Quieta! ¡Ven aquí!
¡Cogedla!
- ¡No, por favor! - ¿Otra vez pensabas escapar?
¡Soltadme!
¿Qué voy a hacer contigo?
- Cortadle los tendones de los pies. - Sí.
Por favor, señor. No volveré a intentarlo nunca.
- Perdóneme, por favor. - Quita.
No.
A las que intenten escaparse, les pasará lo mismo.
Nakagimi, hoy no se ve Nigata.
¡Zushio!
¡Anju!
¡Zushio!
¡Anju!
¡Zushio!
Anju, basta. Deja de cantar esa canción.
Es una canción de nuestra madre. ¿Por qué no quieres que la cante? I
¿Qué te pasa, hermano?
¿Acaso ya no piensas en nuestros padres?
- ¿Ya no tienes ganas de verles? - ¿Qué más da? Nunca les veremos.
Si nos escapáramos, tal vez daríamos con ellos.
¿Cómo?
No tenemos dinero. ¿Cómo quieres ir a buscarles?
Es mejor que no vean en qué nos hemos convertido.
Oye, podríamos ir a la capital y ganarnos la vida.
¿Ganarnos la vida? Deja de soñar.
Ahora nuestro origen no importa, somos esclavos.
Sólo esclavos. ¿Quién va a hacernos caso?
Tú acabarás en un burdel y yo, robando.
Eso, si no acabamos pidiendo limosna por las calles.
¿Qué más da? Tú ya eres mucho más duro que un ladrón.
Y tienes menos dignidad que un mendigo.
Has marcado al fuego la frente de un anciano sin dudarlo.
¿Ni siquiera sientes remordimientos?
¿No recuerdas qué decía nuestro padre?
¿No te avergüenzas ante el Buda que cuelga de tu cuello?
¡Hermano!
- ¿Por qué has hecho algo así? - No necesito a Buda, ¿de qué sirve?
Mientras siga estando aquí, sólo Dayu será mi dios.
Sólo él puede darme sake.
Hermano mío, ¿en qué te has convertido?
Mutsuwaka.
Namiji se está muriendo. Abandónala en las montañas.
Sí.
Namiji es como si fuera nuestra hermana.
Por favor, permita que muera aquí con nosotros.
Se lo suplico.
- Vamos, llévatela. - Sí.
Hermano, no te la lleves.
No puedes dejarla en la montaña para que se la coman las bestias.
Son órdenes de Dayu.
Venga.
¿Otro cadáver?
No, aún está viva.
- Acompáñale. - Sí.
Abre la puerta.
Tú no puedes ir.
¡Cuando te reencarnes en otra vida,
asegúrate de nacer en una familia como la de Dayu!
¡No lo olvides! ¡Que sea una familia rica!
Daos prisa.
Esta cuerda comunica con Buda.
Agárrate fuerte, ¿de acuerdo?
Ésta es una imagen de Buda.
Buda hará que tengas suerte en tu próxima vida.
- ¿Qué pasa? - No podemos dejarla así.
Quiero hacerle un techo para resguardarla de la lluvia.
- Concededme algún tiempo. - Está bien, pero date prisa.
Hermano.
Hermano, ¿recuerdas la noche
que pasamos cerca de la playa de Nahoi?
Siguiendo los consejos de nuestra madre,
construimos un techo de arbustos.
¡Oigo la voz de nuestra madre!
- Anju, vámonos. - ¿Qué?
Huyamos.
- ¿De verdad quieres huir? - Sí.
- Toma, vete. - ¿A qué viene esto?
- Vete solo, hermano. - ¿Por qué no vienes conmigo?
Los dos juntos es demasiado arriesgado.
Haré lo posible por entretenerles. Tú corre tanto como puedas.
Hay un templo en Nakayama. Dentro del templo, estarás a salvo.
Si te quedas, te torturarán. ¿Cómo voy a irme yo solo?
Tranquilo, nunca torturan hasta la muerte. Resistiré.
Si huimos juntos y nos detienen, será el final.
Pero tú solo puedes lograrlo.
Tranquilo, no sufras por mí.
Salva a Namiji. Ahora vete, distraeré al vigilante.
Oye, tu amuleto está junto a Namiji.
No pierdas tiempo y no te detengas por nada.
Hermana.
Pase lo que pase, volveré para liberarte.
Ya lo terminará mi hermano.
- ¿Qué pasa? - Siento haberle hecho esperar.
Mi hermano lo terminará. ¿Y si volvemos?
Por mí, sí. Este sitio no me gusta nada.
Anda, vámonos. Deprisa, volvamos.
Namiji, nos vamos.
- Vaya, sí que tarda tu hermano. - Pronto volverá.
¿Qué pasa?
- ¿Por qué tarda tanto? - No sé.
Tú.
- Ve a buscarle. - Sí.
¡No están! ¡Han huido!
- ¡Se han escapado! - ¿Qué?
Maldita zorra, ha sido idea tuya.
Tayaro, vigílala. ¡Organizad la búsqueda!
Sí.
¡Señor! ¡Señor Dayu!
¿A qué viene tanto escándalo? ¿Hay algún problema?
- Sí, Mutsuwaka se ha escapado. - ¿Se ha escapado?
Sí.
- ¿Shinobu también? - Shinobu está en la puerta.
Interrogad a Shinobu. Nos dirá adónde ha ido.
- Id al pueblo a buscadle. - Vamos.
Buscad en los rincones. ¡Daos prisa!
Tú sabes hacia dónde ha ido Mutsuwaka, ¿verdad?
Escucha, aunque quieras guardar silencio, te torturarán.
Y el dolor será tan insoportable que te obligará a hablar.
No diré una palabra.
Resistiré hasta la muerte. Y los muertos no hablan.
Tú eres muy joven.
Puedes huir.
Vamos.
Átame. Átame y escapa.
Muchas gracias, Kayano.
Venga.
Debes irte.
Deprisa.
Deprisa.
Adiós.
Adiós.
- Adiós. - Adiós.
- Buscad en todos los rincones. - Bien, vamos.
- Soltadla. - Sí.
- ¿Y la chica? ¿Y la chica? - Vamos, deprisa. Al bosque.
- Tienen que aparecer. - No pueden andar muy lejos.
- Vamos, corred. - Por aquí.
Aparta.
- A la puerta trasera. - Sí.
- Tiene que estar por aquí. - Registrad todos los rincones.
- ¡Vamos! - ¡No puede escapar!
- Tenemos que encontrarle. - No podemos volver sin él.
Mirad por todas partes.
¡Maldito canalla! ¿Dónde se ha metido?
- Vamos, vamos. - Tiene que estar en algún sitio.
- Buscad. - Maldito sea.
- ¡Creo que está aquí! - ¡Rápido! ¡Que no escape!
- ¡Es por aquí! - ¡Mirad por todas partes!
¡Registradlo todo!
Vamos, deprisa.
- Tiene que estar por aquí. - Sí, seguro.
¡Atrás!
Venimos de casa de Dayu. ¿Y el fugitivo?
- Tiene que estar aquí. - Entréganoslo.
Si le dais protección, seréis sancionados por la ley.
Al ver llegar a tantos hombres armados,
creíamos que había habido una sublevación.
De modo que buscáis a un fugitivo.
Este templo no recibe a nadie que no tenga autorización.
Yo me hago responsable. Aquí no hay nadie escondido.
Por si no lo saben, este templo está autorizado por la ley.
Ahí lo pone.
"País de Chiko. Templo autorizado por el gobierno".
No pueden entrar aquí como si nada.
Estarían violando gravemente las leyes.
De modo que váyanse. Se lo digo por su bien.
Yo he visto al que buscan.
- Se ha ido hacia allí. - ¿Qué?
Hace poco, ha pasado cerca del templo y se ha dirigido hacia el sur.
- ¡Venga! ¡En marcha! - ¡Vamos, corred!
¡Por aquí, vamos!
- ¡Daos prisa! - Sí.
¿Qué tal está?
Gracias a tus medicinas, se ha recuperado bastante.
- Menos mal. Me alegro. - Se lo agradezco.
- Muchísimas gracias. Gracias. - De nada.
Gracias.
¿Y tú qué piensas hacer ahora?
Sr. Taro, necesito pediros un favor más.
Por favor, quedáosla y cuidad de ella.
Descuida, será un placer hacerlo.
- Lo me preocupa es lo que hagas tú. - Pienso ir a la ciudad.
¿Quién es la persona más importante en la ciudad?
¿Quién va a ser?
El señor gobernador. ¿Por qué me lo preguntas?
Señor.
¿Acaso, como sacerdote, no creéis en la libertad?
- ¿Pedirás tu libertad al gobernador? - Sí.
Verás, hace muchos años,
yo también tenía ilusiones y fui a la ciudad.
Pero el mundo era mucho más cruel de lo que yo imaginaba.
De nada sirve la voluntad de una sola persona.
Al ser humano le son indiferentes las desgracias
cuando no le afectan directamente.
La piedad se rinde ante el egoísmo.
La vida es muy dura.
Los seres humanos son crueles y, en lo más profundo de su ser,
sólo saben pensar en sí mismos.
Para servir al bien,
sin apartarse un ápice del buen camino,
sólo cabe entregarse a la oración a los dioses.
Perdonad mi osadía, pero nada me hará cambiar de idea.
Iré a pedirle mi libertad al señor gobernador.
De acuerdo.
Escucha los dictados de tu alma,
pero no será tarea fácil.
Nunca he creído que fuera a ser fácil.
Bien, le pediré al sumo sacerdote
que te escriba una carta de presentación para el gobernador.
Muchas gracias. Me haréis un gran favor.
Muchas gracias.
¡Por favor, atiéndame!
¡Por favor!
¡Por favor!
Soy el hijo del anterior alcalde, Masatsugo Taira.
¡Por favor! ¡Por favor!
- Atrás, mendigo. - No soy un mendigo.
Traigo una carta de presentación del sacerdote del templo de Nakayama.
Como en la puerta no me han atendido, pido una entrevista de este modo.
- Lean la carta, por favor. - Guardias, detened a este canalla.
- Vamos. - Atrás.
- Por favor, léanla. - Lleváoslo.
- Le encerraremos. - Deprisa.
- ¡Por favor, lean la carta! - Fuera de mi vista.
¡No! ¡Por favor!
¡Tengo que hablar con el gobernador! ¡Por favor!
- Camina. - ¡Por favor!
¡Soltadme! ¡Por favor, señor!
¡Por favor! ¡Por favor!
- ¿Dónde has robado esto? - No lo he robado.
¡Sujetadle! ¡Sujetadle!
Dámelo.
¡Devolvédmelo! ¡Os digo la verdad!
Me lo dio mi padre.
¡Devolvédmelo, por favor! ¡Es mío!
¡Devolvédmelo! ¡Es mío!
¡Por favor! ¡Devolvédmelo!
Venga, abre.
Sal.
No me mande a casa de Dayu, por favor. Se lo suplico.
No te preocupes, el gobernador quiere verte.
En marcha. Tienes suerte.
Venga, vamos a su residencia. Sal.
- Aquí le tenéis. - Bien. Síguenos.
Ya está aquí, señor.
Está bien.
Levanta la cabeza. Según he leído en tu carta de presentación,
tú eres el hijo de Masatsugo Taira, del país de Mutsu.
- ¿Es eso cierto? - Lo es. Jamás os mentiría.
El Buda que llevabas contigo es una estatua de oro de la divinidad
y había protegido a mi antepasado Mijinaga, quien, más tarde,
tuvo la generosidad de regalárselo a tu familia. ¿Lo sabías?
Sólo sabía que era el tesoro de mi familia.
Antes de irse a Zukushi, mi padre me lo dio como recuerdo.
Gobernador, ¿Ud. Cree que mi padre era culpable?
¿Acaso la misericordia es un vicio imperdonable?
No, por supuesto que no,
pero las órdenes de un superior no deben desobedecerse.
Tu padre era un hombre muy noble, pero carecía de diplomacia
para tratar con algunos samuráis poco recomendables.
- Por desgracia, ésa fue su perdición. - ¿Conocía bien a mi padre?
De haber ocupado mi cargo entonces, su suerte hubiese sido distinta.
¿De modo que Ud. Perdona a mi padre?
Por desgracia, el perdón ya no es lo que cuenta.
Zushio, lamento comunicarte
que tu noble padre
ya no habita en este mundo.
¿Cuándo? ¿Cuándo murió?
Al saber de tu existencia, mandé averiguar sobre él.
Murió la primavera pasada en la cárcel.
Lamento tu sufrimiento,
tanto como las penalidades que has soportado.
Y, ahora, como desagravio a tu padre,
quiero que ocupes el mismo cargo que él ocupó. ¿Qué opinas?
¿Yo, señor?
- ¿Lo dice en serio? - La alcaldía de Tango está ausente.
- Y, por ello, te nombro alcalde. - ¿Alcalde?
Sí.
Masauji Taira, escucha nuestra decisión.
Muy noble Masauji Taira, yo, como gobernador,
te nombro alcalde de Tango.
Cumple honorablemente tus funciones. Ven, acércate.
Los destinos de Tango están ahora en tus manos.
Que todos recuerden como un buen alcalde al noble Masauji.
- Ahora, ríndele tributo a tu padre. - Muchas gracias, señor.
Aunque no esté mi padre, mi madre y mi hermana serán felices.
Por fin, les daré a ambas un motivo de alegría.
Y no me limitaré a eso,
sino que liberaré a todos los esclavos que sufren tormento
bajo la tiranía del indigno Sansho Dayu.
¿Qué? ¿Quieres liberar a los esclavos?
No sabes lo que dices.
La familia Sansho Dayu ocupa terrenos del Emperador.
Aunque seas el alcalde, no puedes intervenir en tierras del Emperador.
Para ocupar tu cargo, debes cumplir las normas más esenciales.
No lo olvides, ten cuidado.
- Sí. - ¿Seguro que me has entendido?
Sí.
No imaginaba que el alcalde de Tango acudiera al remoto Zukushi.
El noble alcalde de Tango es hijo de Masashi,
que murió en estas tierras.
Ha venido hasta aquí a rendirle tributo.
Por lo visto, es una persona muy religiosa.
No sabéis, noble padre, cómo lamento no haberos encontrado con vida.
Morad entre las flores.
Quiero que cambien a diario las flores que adornan su tumba.
Sí, las traen los aldeanos. Y vienen a menudo a limpiar su tumba.
Vuestro padre era muy querido, sobre todo, entre los campesinos.
Les enseñaba a sumar, a leer y a escribir,
y les impartía lecciones de ética para que llevaran una vida honrada.
Vuestro padre era un auténtico santo.
Salve, señor, soy Norimura, el juez. Sed bienvenido.
Todos los aquí presentes nos alegramos de recibiros
después de tan largo viaje.
Gracias por la bienvenida.
Soy Murotsuna, de Registros.
Naritsada, me ocupo de la hacienda.
Karayatsu, de Bienes Inmuebles.
Sé que es prematuro, pero quiero ordenar algunas lo antes posible.
Salgan todos, salvo el juez y el secretario.
- Quiero promulgar una nueva ley. - Bien.
- Tomad nota. - Sí.
Primer punto:
Desde el día de hoy, se prohíbe la compra-venta de seres humanos.
Segundo:
Bajo ningún concepto,
podrán emplearse esclavos como mano de obra en la región.
¿Esta ley emana de una orden de la capital?
No, señor. Emana de mi autoridad.
¿En serio? ¿De veras pretendéis promulgar semejante mandato?
¿Creéis que es una broma?
No dudo de vuestra sabiduría, señor.
Sin duda, es vuestra juventud
lo que os impulsa a promulgar una norma tan imprudente.
¿Imprudente? ¿Por qué? Bien, sigamos.
Un momento.
Vuestra autoridad afecta únicamente a las tierras de dominio público.
Sin embargo, los latifundios imperiales son de dominio privado.
No podéis intervenir en ellos.
De lo contrario, podríais tener problemas muy considerables.
Y el usufructuario Sansho Dayu nunca aceptará vuestra autoridad.
Mi intención es liberar a todos los esclavos de Sansho Dayu.
¿Qué decís? Sansho Dayu fue nombrado
usufructuario de esas tierras directamente por el Emperador.
La tierra y los esclavos son propiedad imperial.
Cuando Dayu conozca vuestras intenciones, se rebelará contra vos.
- Me da igual. - Y eso no es todo, señor.
Si el Emperador se entera, usará su poder y su influencia
para apartaros del cargo.
Podríais ser desterrado a una isla desierta, o peor aún,
podríais ser condenado a pena de muerte.
No comprendo cómo se os ocurre esa locura.
Os lo suplico, recapacitad.
Y os aseguro que os lo pido sólo por vuestro bien.
Norimura.
- ¿Me desobedecéis? - No, no es eso.
- Sigue escribiendo. - Sí.
Los esclavos, una vez liberados, podrán actuar con plena libertad.
Podrán volver a sus pueblos o quedarse en la región
y desempeñar un oficio debidamente remunerado
o bien trabajar una tierra propia.
Que se promulgue ahora mismo. ¿Entendido?
Sí.
Acercaos.
Id a las tierras de Dayu y liberad a una muchacha llamada Shinobu.
- ¿Shinobu? Srta. Shinobu, ¿no? - Eso es.
Bien.
- Aquí no hay ninguna Shinobu. - ¿Seguro? No me mientas.
Aunque estuviera, no tendríamos ninguna obligación de entregárosla.
Esto es propiedad imperial. Aquí no tenéis autoridad.
Decidle al alcalde que no se meta con nosotros.
Aquí no pinta nada. De modo que largo.
- ¡Váyase! ¡Fuera! - ¡Largo!
¡Váyase!
- ¿Se ha ido? - Con el rabo entre las piernas.
Qué estúpido. Mira que venir a por Shinobu...
¡Imbécil! De todos modos, reforzad la guardia.
Menuda tontería.
¿A qué demonios vendrá todo esto?
- ¿Qué pone? - No sé leer.
- Que alguien lo lea. - Ven.
- A ver... - Venga, lee.
Ven.
- Dinos qué pone. - ¿Qué será?
"Primero: Desde hoy, se prohíbe la compra-venta de seres humanos.
Segundo: Bajo ningún concepto,
podrán emplearse esclavos como mano de obra en la región.
A 25 de noviembre del año 7 de Kanji, el alcalde de Tango. "
¡Qué gran noticia!
Lo del nuevo alcalde es increíble. Sus leyes son una auténtica locura.
- Debemos darle una lección. - Sí, por supuesto.
Kichiji, envía a alguien a la capital y que informe al Emperador.
Entendido.
Sobre todo, que los esclavos no se enteren de esto.
Habrá que evitar que esos miserables se organicen y empiecen a protestar.
Otra cosa, que retiren los carteles que promulgan esa ley absurda.
- Bien. - Vamos, ve.
- Vosotros, seguidme. - Sí.
- Somos libres. - ¡Fuera!
- ¡Los hombres de Dayu! - ¡Largo de aquí! ¡Fuera!
Menuda sarta de tonterías. Anda, venga.
Sí.
- ¿Por qué lo hace? - ¡Dios mío!
Bien, vamos.
- ¿Qué es esto? - ¿Qué puede ser?
- ¡Venga! ¡Largo! - ¡Fuera de aquí!
¡Atrás! ¡Fuera! ¡Fuera de aquí!
Lo están rompiendo.
- ¡No! - ¡No!
¿Has visto eso? Parece un milagro.
- Ya era hora. - Por fin se prohíbe la esclavitud.
- ¡Vamos! ¡Fuera de aquí! - ¡Alto!
¡Deja eso!
¡Alto! ¡Alto!
¡Quieto!
¡Venga, vámonos!
¡Vámonos! ¡Por aquí!
- Que forme el ejército. - Sí.
Os lo suplico: Aunque tengáis razón, no sigáis con esto.
Tú no entiendes por qué lo hago.
Hay hombres y mujeres que envejecen en aquel infierno.
- ¿Está todo listo? - Sí.
Vienen a veros.
Vaya, bienvenidos. Os agradezco vuestra visita.
De haber sabido que veníais, habría preparado un buen recibimiento.
Sentaos, por favor.
Dayu, cuánto tiempo sin vernos.
Mutsuwaka.
Soy el alcalde de Tango, Masauji.
Es normal que no os haya reconocido. Habéis llegado hasta lo más alto.
Muy bien, contadme el motivo de vuestra visita.
- Kichiji, trae algo de comer. - No, no vengo como invitado.
Tú y tus hombres nos acompañaréis para responder de un delito.
Ésta sí que es buena. ¿Qué delito hemos cometido?
Silencio. Destrozar las proclamas del alcalde es un delito gravísimo.
Ya. ¿Os referís a aquella ley tan estúpida?
Claro. De un ignorante sólo podía esperarse una estupidez.
- Estas tierras son del Emperador. - ¿Crees que no lo sé?
La verdad, no lo parece.
Si mantenéis esta actitud desafiante, vuestra vida correrá peligro.
Derogad aquella ley absurda
y os garantizo que diré al Emperador que no os lo tenga en cuenta.
No sé cómo habéis ascendido tanto.
Un esclavo que llega a alcalde. Es algo realmente increíble,
como sacado de un cuento de hadas.
- ¿No teméis perder los privilegios? - No te preocupes por mi cargo.
Te repito que tú y tus hombres debéis acompañarnos.
Embargaré tus bienes y te desterraré. Vamos.
¡No! ¡No! ¿Qué hacéis?
- ¿Qué pretendéis? ¡Soltadme! - ¡A callar!
¡Esto es ilegal!
¡Basta! ¡Basta!
No podéis hacerme esto.
Yo sólo respondo ante el Emperador. ¡Lo pagaréis!
¡Haré que os maten a todos!
¡Soltadme! ¡Haré que os maten!
- ¡Es Mutsuwaka! - Ahora es el alcalde.
Vosotros,
a partir de ahora, en Tango,
queda prohibida la esclavitud.
En tierras públicas y privadas,
queda prohibido utilizar esclavos.
A partir de ahora, ya no sois de Sansho Dayu.
¡Todos sois libres!
Sois libres de trabajar en aquello que os plazca.
Quienquiera, que vuelva a su pueblo.
Los que prefieran quedarse, podrán trabajar.
Y cobrarán un sueldo por ello.
Los que quieran un terreno, que nos lo digan.
Niho.
Mutsuwaka.
Cometí la crueldad de marcarte la frente.
Ese pecado no se puede borrar.
Aunque sea en parte, purgaré mi terrible culpa toda mi vida.
Anju, ¿no me has oído?
¿Shinobu? ¿No oyes mis palabras?
Kayano.
¿Dónde está mi hermana?
¿Qué pasa?
¿Le ha pasado algo? Dime la verdad.
Vuestra hermana está muerta.
¿La han matado?
No.
¿Por qué no esperaste hasta que yo volviera?
Estaba seguro de que te encontraría esperándome.
Fuiste tú quien me devolvió la dignidad.
Gracias a ti, recuperé la esperanza y la ilusión.
¿Por qué no has esperado a tu hermano?
¡Somos libres!
La casa de Sansho Dayu está en llamas.
¿Qué?
Sansho Dayu y sus hombres ya han cruzado la frontera
hacia el destierro.
Ve a entregarle esto al gobernador. Es mi carta de dimisión.
Sí.
No creo que podáis entender mis acciones, pero son correctas.
Hay que pasar por lo que yo he pasado para entenderlo por completo.
Mañana quiero ir a la isla de Sado. Preparadlo todo.
Sí.
¡Atención! ¡Va a zarpar el barco!
El barco va a zarpar. Todo el mundo a bordo.
Venga, vamos.
- ¿No subes al barco? ¿Qué te pasa? - Estoy buscando a alguien.
Busco a una mujer llamada Nakagimi. ¿Dónde puedo encontrarla?
¿Nakagimi? Una prostituta, ¿no?
Si buscas prostitutas, por allí está el burdel.
Seguro que allí sabrán informarte.
Busco a una tal Nakagimi. ¿Es compañera vuestra?
- Vive aquí. - ¿Dónde está?
En esa casa.
- Preparándose para el trabajo. - ¿En esa...?
¿Y Nakagimi?
- Nakagimi. - ¿Quién es?
Bienvenido, guapo. Dime, ¿qué se te ofrece?
No puede ser. Tú no eres Nakagimi.
Claro que lo soy. Soy la única Nakagimi que hay aquí.
Anda, ven conmigo.
No seas tímido.
¿Qué te pasa?
Ven, haré que lo pases bien.
¿Te burlas de mí?
Vaya.
Menudo estúpido.
Tú, ¿estás sin blanca? Maldito pobretón.
- Qué éxito. - Déjame.
- ¿Qué te pasa? - No era ella.
La que busco tendrá unos 45 años.
- Te refieres a la anterior Nakagimi. - ¿La conoces?
Seguro que ya debe de estar muerta.
Corrían varios rumores sobre esa pobre mujer.
- Dicen que se lanzó al mar. - No, de eso nada.
Vivía en un pueblo que fue asolado por un tsunami hace 2 años.
¿Es amigo o familiar de esa pobre mujer?
¿Dónde está ese pueblo?
Más allá de ese cabo.
Señor.
¿Es éste el pueblo que fue asolado por un tsunami hace 2 años?
Así es.
El mar se llevó a mucha gente.
9 de cada 10 habitantes desaparecieron bajo el agua.
Y nunca se recuperaron sus cadáveres.
Pero, ¿por qué me lo preguntáis?
¿Por qué os interesa?
¡Madre!
Soy Zushio, madre.
Eres un malvado.
Vete, sólo intentas burlarte de mí.
Madre...
Vete de aquí.
Madre...
No está bien que te burles de una pobre vieja.
¡Madre!
Toma.
Es el Buda que me dio mi padre.
Zushio.
¿De veras eres tú, hijo?
¿Te acuerdas de mí?
Madre, he venido a buscarte.
Zushio...
Zushio...
Pero,
¿has venido solo?
¿Anju también ha venido?
Anju...
¿Dónde está Anju, hijo?
Dile que se acerque. Anju...
Anju...
Vive en el otro mundo con nuestro padre.
Vuestro padre... ¿Qué sabes de él?
Madre,
sólo estamos tú y yo.
Anju y nuestro padre han muerto.
Quería...
venir a buscarte...
en calidad de alcalde,
pero renuncié a mi cargo para seguir
el ejemplo de mi padre.
Perdóname, madre, por favor.
Perdonarte, ¿por qué?
No sé qué cosas has hecho en tu vida hijo,
pero gracias a que has seguido el ejemplo de tu padre,
hoy...
podemos volver a vernos y nadie nos separará nunca más, hijo.